Hitler y Stalin. Dos dictadores y la segunda guerra mundial by Laurence Rees

Hitler y Stalin. Dos dictadores y la segunda guerra mundial by Laurence Rees

autor:Laurence Rees [Rees, Laurence]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia, Política
editor: ePubLibre
publicado: 2020-01-01T00:00:00+00:00


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En esta atmósfera de optimismo, el 21 de agosto, unos soldados de la división de montaña de la Wehrmacht ascendieron al monte Elbrús —⁠el pico más elevado del Cáucaso— e izaron en la cumbre una bandera con la esvástica. No imaginaban cuál iba a ser la reacción de Hitler, que no se mostró descontento, sino poseído por la furia. Aquella complacencia era prácticamente criminal, a su juicio, en una fase en la que cada minuto importaba.[20] Cuesta imaginar, sin duda, que algunos soldados del Ejército Rojo hubieran podido tomarse un tiempo libre para lograr una meta similar sin contar con la aprobación previa del líder soviético. El descontento de Stalin podía resultar sumamente peligroso.

El deseo de Hitler de apoderarse de los recursos del Cáucaso con la mayor prontitud posible resulta comprensible a tenor de una reunión en la que el líder alemán había participado diez días antes, el 11 de agosto. En compañía de Albert Speer, Paul Pleiger (de la Unión Imperial del Carbón) y otras figuras de la industria, debatieron sobre los problemas del abastecimiento de carbón, y la producción de hierro y acero. Al empezar la reunión, Hitler había atacado a Pleiger con el reproche de que los trabajadores estadounidenses producían el triple de carbón que los alemanes. Así pues, ¿por qué Pleiger no podía proporcionarles más carbón? Sin embargo, Pleiger insistió en negarse a la petición hitleriana de incrementar la producción; era imposible. «Entonces —⁠según uno de los presentes— Hitler dijo, con toda la calma y la determinación: “Señor Pleiger, si por la falta de coque la producción de la industria del acero no puede ascender hasta las cantidades necesarias, entonces la guerra está perdida”. Nos quedamos todos atónitos. Se hizo un silencio profundo. Al final, Pleiger dijo: “Mi Führer, haré todo lo humanamente posible para cumplir con el objetivo”.»[21]

Es un momento significativo. Hitler, cuando le comunicaron que era imposible contar con más recursos, admitió que Alemania perdería la guerra. Era una noticia ciertamente asombrosa de parte de un líder que casi siempre intentaba plasmar la cara más positiva de los acontecimientos cuando hablaba con alguien situado fuera de su círculo más privado. Por otro lado, el intento de incrementar la producción existente por medio de un acto de la voluntad supuso abrir una brecha —⁠todavía menor, pero aun así perceptible— entre Hitler y la realidad. Aunque desde la perspectiva nazi fuera muy loable que Pleiger se esforzase «todo lo humanamente posible» en proporcionar las cantidades de carbón deseadas por Hitler, sin embargo realizar estos objetivos en la práctica era una cuestión muy distinta. A la postre, por emocionante que resultara la reunión, la entrega de carbón nunca llegó al nivel requerido por Hitler.



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